Las mentiras del cielo se ha publicado hace dos días y aún me parece increíble que gente que no me conoce de nada, que no ha leído nada mío previamente, esté apostando por esta novela y este humilde autor y gastándose su dinero en comprar palabras puestas por mí en un papel (o en una pantalla).
Una persona muy cercana de mi familia me preguntó el otro día cómo me sentía ahora que soy escritor. La pregunta me hizo gracia porque, en realidad, me he sentido escritor siempre, desde el día que puse una primera palabra en un folio con la intención de transmitir algo, a fin de cuentas escritor es el que escribe. Una historia diferente es ser un escritor con talento, para eso necesitas algo más, necesitas ser contador de historias y, en ese oficio, yo soy tan solo un aprendiz.
La fase que más me gusta de escribir una novela es la de investigación. En esa etapa todas las puertas están abiertas, tus personajes pueden ser lo que ellos quieran y como ellos quieran y cualquier cosa puede pasar por descabellada que sea. Hay quién dirá que eso también ocurre mientras escribes el texto pero, en mi caso, para entonces mis personajes ya tienen voz e identidad y son ellos los que toman las riendas. En esa primera fase puedo sentir al aprendiz haciendo sus deberes, estudiando para aprender a contar algo nuevo, para aprender a describir un nuevo personaje, para aprender a ser contador de historias. Me encanta ser un aprendiz, me gusta saber que tengo derecho a equivocarme y a aprender de ello, que cada historia me permite crecer como contador de historias, como si fuese el estudiante de un viejo juglar. ¡Ojalá pueda ser un aprendiz mucho, mucho tiempo!
danielcaet.com 